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La vida del 23, «Petenero»

 

Hoy recordaremos la vida de este imponente toro de Cebada Gago, que en 2007 fue lidiado en la plaza de toros de Bilbao. Por suerte, pudimos seguir la pista de este peculiar toro, con una bella capa cárdena muy clara casi ensabanada, casi desde su nacimiento. Con esta historia, algo más reducida, ganamos la categoría de reportaje en el Concurso de Fotografía Taurina de Teruel en 2009. Esperamos que os guste.

La llegada al mundo

De la unión de un bello semental cárdeno claro y de una vaca de similar pelaje y de nombre «Petenera», vino al mundo un precioso becerrito tan cárdeno claro, que casi se podría considerar ensabanado.

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Su madre, le alimentaba entre los cardos secos de los cercados de «La Zorrera», ganadería gaditana en la que hoy día se siguen criando los picantes «Cebaditas», sabia alquimia de bravura que el gran D. Salvador elaboró durante más de medio siglo.

La infancia

El tiempo fue pasando y «Petenero» ya casi era un eral.

En su costillar, un año antes se había grabado a fuego el número 23, que le acompañaría hasta el día que saltase al ruedo.

Su precioso pelaje y bonitas hechuras lo hacían destacar del resto de sus hermanos dentro de la exhuberante primavera gaditana.

Su cornamenta, en pleno desarrollo hacía adivinar que en el futuro estaría muy bien puesto de pitones.

«Petenero» llegó a utrero

Cuando «Petenero» llegó a utrero, su desarrollo ya era casi completo.

Disfrutaba de una vida ociosa en un inmenso y verde cerrado y mostraba su ya incipiente gallardía a todo aquel que osaba molestarle, encampanándose entre la vegetación.

A diferencia de otras especies, al ser un animal bravo, disfrutaba jugueteando y haciendo cabriolas en semilibertad, alcanzando poco a poco la madurez plena que lo llevaría a TORO.

La madurez

A los cuatro años, «Petenero» ya era un imponente toro y comenzó a ser entrenado junto a sus hermanos, con el fin de prepararse para afrontar la razón principal de su existencia; La lidia en una plaza de tronío, acorde al inmenso trapío que finalmente desarrolló.

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Al acabar las carreras, «Petenero» reburdeaba cansado por el esfuerzo desarrollado, que le dotaría del fondo necesario para soportar la batalla en el ruedo:

Tras un breve descanso, el cardenito volvía al paso junto a sus hermanos de lote al cerrado en el que pasaba sus días:

La supremacía

La madurez que los cuatro años de libertad y la fortaleza que la alimentación y el ejercicio le habían otorgado hacía que tratase de imponer constantemente su supremacía entre sus hermanos.

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Día tras día medía sus fuerzas con todo aquel que estuviera dispuesto a plantarle cara.

Su destino

Un buen día de verano, llego la hora de comenzar su viaje de partida hacia un destino acorde a su grandiosa morfología.

Llegó el momento de la última faena de «Petenero» en «La Zorrera», el embarque hacia la plaza de toros .

«Petenero» defendería su estirpe en una plaza de primerísima fila, uno de los principales puertos de la temporada:

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El sorteo

«Petenero» tuvo la suerte de ser lidiado en una plaza en la que el apartado es una bonita liturgia, en la que se admira al animal que a la tarde saltará al ruedo y que hace que una jornada de toros no se limite a las dos horas de la tarde.

En Bilbao, el apartado es un acto de los que hacen afición.

Nuestro protagonista, destacó entre el resto de sus hermanos y el murmullo ante su presencia se hizo presente.

Se lidiaría en cuarto lugar y su lidia y muerte le correspondió al maestro Padilla.

Llegó el momento en el que «Petenero» debería honrar la bravura de sus padres y demostrar  al público la razón por la cual había sido el rey de la dehesa durante cuatro largos años de crianza y cuidados.

LA LIDIA DE «PETENERO»

Salida al ruedo

Nada más salir de chiqueros, «Petenero» mostró su enorme trapío con arrogancia. La plaza aplaudió su estampa.

Padilla lo recibió de rodillas, «Petenero» pasó como un tren y después el diestro trató de ahormar sus veloces embestidas.

Nuestro toro, ya dejo entrever en estos primeros lances de recibo que iba a vender cara su vida.

 

Tercio de varas

Tras una lidia un poco alocada, «Petenero» recibió un puyazo al relance, en el cual no se pudo apreciar adecuadamente su entrega.

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Costó sacar al toro del peto, pero tras hacerlo y colocarlo en condiciones, «Petenero» acudió con alegría al piquero recibiendo un fuerte puyazo bien colocado, en el que peleó con fijeza.

El castigo fue serio y rápidamente la sangre brava contrasto con la preciosa cárdena capa de «Petenero»

Banderillas

«Petenero» no puso las cosas fáciles al maestro Padilla, consumado banderillero que pasó sus apuros…

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Pero Padilla, consumado rehiletero, sacó su habitual raza y clavó dos pares excepcionales:

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Apréciese el efecto de los fuertes puyazos recibidos. La sangre hasta la pezuña, hecho que cuesta ver en otro tipo de corridas. El castigo fue severo.

Tercio de muleta

A estas alturas de la pelea, el toro había desarrollado un sentido incierto que unido al gran fondo fisico adquirido en el campo y la movilidad que tuvo, hizo que Padilla no se acoplara con el.

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Las esperanzas en «Petenero» se diluyeron rápido y el diestro abrevió pasaportándolo de un pinchazo y una estocada certera.
Nuestro toro murió en el oscuro ruedo bilbaino, no habiendo dejado que nadie en el tendido se aburriese ni comiese pipas.

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Su bonita y clara anatomía fue arrastrada al paso, contrastando con la negra arena bilbaína.

CONSIDERACIONES FINALES

Quizás este curioso seguimiento hubiera quedado redondo si nuestro cárdeno claro protagonista hubiera sido un gran toro bravo, premiado en el cenizo ruedo bilbaíno con una ovación en el arrastre o una vuelta al ruedo.
Pero no fue así, el toro desarrolló una violencia y rapidez de la que quizás tuvo mucha culpa la horrible lidia que recibió o el duro castigo en varas que se le dio o por que simplemente, aquel no fue su día.
Y es que el misterio de la BRAVURA radica en esto, en la incertidumbre sobre el juego que brindara cada animal.
La difícil y costosa labor del ganadero de bravo se basa en ello, en seleccionar aquellas familias que bajo su punto de vista pueden dar mejor resultado. Pero en esto del bravo nunca dos más dos son cuatro y muchas veces aquellos ejemplares en los que por reata o por hechuras se depositan las mayores esperanzas son los que más desilusiones traen.
«Petenero» fue un TORO BRAVO, seleccionado, criado y mimado como tal y llevado a toro con gran esfuerzo para conseguir que saliese a una gran plaza, aunque lamentablemente su juego no fuese todo lo bueno que nos hubiera gustado.
Y es que amigos nuestros, como dice el refrán……..

«EL TORO Y EL MELÓN, COMO SALEN SON»

«Petenero» número 23 y «Laborioso» castaño número 107, el toro de mejor juego de aquel 30 de agosto de 2007 en Bilbao.

Arse&Azpi

 

There is 1 comment
  1. Blas0

    Se dice que recibió un «puyazo bien colocado»… Si se tiene que picar en el morrillo, o justo donde acaba este, por lo menos en las fotos, no se ve que se le picara bien 😉

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