Tras el aperitivo matinal comentado en el anterior post, la Comisión Taurina de Orthez anunciaba por la tarde una corrida de toros de la ganadería vallisoletana de Raso del Portillo.
Está considerada la ganadería más antigua de España aunque su procedencia actual, mayoritariamente santacolomeña, nada tiene que ver con su antigua estirpe castellana.
En tiempos de los Reyes Católicos, tenían el privilegio de abrir plaza en todas las corridas y festejos mayores.
Además, parece ser que un toro del Raso protagonizó el milagro atribuido a San Pedro Regalado en el siglo XV, donde el Santo para en seco con su báculo una res fugada de esta ganadería.
Desde Tierra de Pinares se embarcó un encierro con romana y seriedad de plaza de primera pero que sólo sacó nobleza y recorrido en algunos ejemplares, faltándole fondo y bravura. toda la corrida fue hasta en tres ocasiones al caballo pero sin emplearse de verdad en ningún momento.
Ante unos tendidos casi llenos hicieron el paseillo Fernando Robleño, Morenito de Aranda y Oliva Soto. Una vez roto, se realizó el tradicional lanzamiento de «Llave» al alguacilillo que, posteriormente, simulará abrir la puerta de toriles. Por cierto, cuesta imaginar como por una bocana de toriles tan chica puede salir un toro tan grande….
Abría cartel Fernando Robleño con el toro de menos presencia del encierro.
El año pasado ya mostró su estado de madurez con una pava de Vega Teixeira. Y éste, a parte de corroborarlo, mostró un temple y un embroque impropio de un torero al que le toca bailar, casi siempre, «con la más fea».
Su primero fue un manso en varas que llegó a la muleta con temple y nobleza, sobre todo por el pitón derecho.
Mató deficientemente y fue silenciado.
Al segundo de su lote supo exprimirle la excelente embestida por el pitón izquierdo, logrando naturales de bella factura por ejecución, colocación y temple. De lo más destacado de la tarde
Fue ovacionado.
Morenito de Aranda realizó lo más reseñable de su actuación con el primero de su lote, un torazo se mire por donde se mire
Lo recibió de capa con empaque, especialmente en los remates.
En la muleta logró sus momentos de mayor lucimiento por el pitón derecho componiendo bien la figura, templando y llevando al toro mur largo.
No anduvo fino con los aceros y fue silenciado.
Al segundo de su lote, un toro muy astifino y complicado no lo quiso ni ver, limitándose a machetearlo por bajo. Fue abroncado.
Cerraba terna el camero Alfonso Oliva Soto, que fue silenciado en sus dos oponentes.
Con su primero, un toro que embestía rebrincado, no se acopló en ningún momento.
En su segundo logró algún momento destacado, buscando más la conexión rápida con los tendidos que la colocación y ajuste.
Junto con el toreo al natural de Robleño al cuarto, lo más destacado de la tarde fue la lección de conocimientos y torería impartida por Luis Carlos Aranda.
No se pueden ni imaginar lo difícil que resulta apartar el objetivo de la cámara de un torero que anda así, desde que se lía el capote hasta que se monta en el coche de cuadrillas.
Lidió a la perfección al segundo de la tarde, marcándole los caminos y sin dejarse tocar las telas.
Con el complicado quinto se la jugó en banderillas sin trampa ni cartón, siendo obligado a saludar.
Otro año más, la Comisión taurina de Orthez ha logrado que cuantos allí hemos acudido hayamos disfrutado de una Jornada Taurina de la que muchas localidades deberían tomar nota. Novillos y toros con presencia, fuera del «sota, caballo y rey», y una organización perfecta. Con estas premisas y algún torero dispuesto a hacerse un sitio en esto, el éxito está casi asegurado.
Hasta el año que viene
Arse & Azpi
